MEMORIA DEL FUEGO
No es la primera vez que coincido con la Academia Sueca en reconocer los méritos de un literato para obtener el Premio Nobel. Saramago, Naipul o Darío Fo, figuraban entre mis autores preferidos antes de obtener el galardón, de modo que a esa lista se incorporase el nombre de Mario Vargas Llosa no constituía una novedad. No obstante si fue, para mí, una sorpresa pues no es costumbre premiar a autores muy próximos en lo generacional como es el caso de Vargas Llosa y García Márquez.
Vargas Llosa es un autor grandioso con una rica y variada obra literaria de la que no son nada desdeñables sus artículos y sus estudios literarios. Mi admiración por este autor no decrece pese a que sus presupuestos ideológicos y su ciega defensa de la libertad de los mercados, incluso ahora que sufrimos sus consecuencias, están muy lejos de mi modo de pensar.
Claro que ese premio trajo a mi mente la obra El manual del perfecto idiota, escrita por Plinio Apuleyo, Carlos Alberto Montaner y el hijo del Nóbel, Álvaro Vargas. No es este un blog que pretenda denigrar a nadie y por eso pasaré un tupido velo sobre esta obra porque para describirla tendría que ponerme a la altura de los autores y como voy mayor ya no estoy tan flexible para agacharme tanto.
Como esta obra tiene como objetivo atacar la de Eduardo Galeano un autor al que admiro profundamente me he permitido compartir con vosotros el texto de una charla, un poco informal, que compartí con los ciudadanos de Cangas del Morrazo hace 11 años. Probablemente hoy matizaría un poco aquellas palabras y seguramente no callaría las diferencias que también mantengo con Galeano, pero va tal cual estaba. Espero que sea de vuestro agrado.
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